Mendoza: entre la ciudad de las luces y la sombra de Facundo
El colapso de las Provincias Unidas de Sud-América dio como resultado la emergencia de un archipiélago de provincias soberanas que adoptaron la forma representativa y republicano de gobierno en base al principio de soberanía popular inaugurado con la revolución de independencia. Las mismas establecieron por pactos o tratados regidos por el ius Gentium que tenían como objeto gestionar el “sistema de aislamiento”, reinventar la antigua unidad y recrear la autoridad nacional. A diferencia de otras provincias, Mendoza no sancionó ninguna constitución escrita, aunque la dirigencia local impulsó un creativo proceso de edificación político e institucional que refundó el vínculo entre gobernantes y gobernados: creación de la Sala de Representantes o Legislatura y supresión del cabildo, leyes electorales que reglamentaron el sufragio masculino, reformas administrativas, territoriales, fiscales y militares; reforma religiosa y ley de cementerios, difusión de ideas ilustradas mediante la enseñanza, la creación de la biblioteca pública, la edición de periódicos y la promoción de representaciones teatrales en las plazas o atrios de la ciudad constituyeron experiencias destinadas a crear ciudadanos virtuosos, el sujeto primordial de la nueva sociedad y la nueva política.
A partir de 1827, la vida pública mendocina estuvo atravesada por el debate entre federales y unitarios sobre la aprobación de la constitución unitaria de 1826, y fue escenario de la creciente conflictividad social y política que afectaba los pueblos rurales y cuarteles urbanos a raíz de la movilización miliciana que vigorizaba la guerra civil entre las fuerzas lideradas por el general José María Paz, jefe de la Liga del Interior, y las dirigidas por el gobernador de La Rioja, Facundo Quiroga, el Tigre de los Llanos. La provincia de Mendoza basculó entre ambos liderazgos hasta 1832 cuando adhirió al Pacto Federal que, bajo la influyente figura del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, se convirtió en instrumento jurídico para afianzar su dominio y domesticar toda rebeldía en la geografía de la confederación argentina hasta 1852.
Plaza principal de la ciudad de Mendoza. E. Lattuane, 1826
Libro 2 Actas PL 1831 – 1835