Mendoza y el sistema Rosas
La adhesión de Mendoza al pacto federal impulsó acciones políticas coordinadas entre los gobiernos de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y La Rioja, destinadas a ampliar la frontera agrícola en áreas del sur provincial y recomponer el comercio y finanzas locales afectado por las guerras de independencia.
El gobernador Pedro Molina, que ya había ejercido la primera magistratura provincial, restableció el sistema de pactos con los indios de Goyco para dar garantías a los propietarios del sur, reglamentó la vida política urbana y de la campaña a través de subdelegados, amplió el cuerpo electoral, organizó tribunales de justicia, impulsó la restauración del ascendiente de la iglesia y pugnó por mejorar el intercambio comercial mediante la celebración de tratados con Chile y negociaciones con Buenos Aires para a conseguir “una justa protección a la industria y producciones nacionales”.
Asimismo, llevó adelante una política intransigente con los adversarios al partido oficial. En 1835 ordenó pasar por las armas a los acusados de conspirar contra su gobierno entre los que se encontraba el coronel Lorenzo Barcala: un liberto convertido en jefe de las milicias pardas y promotor de un régimen unitario contrario a Rosas y a su enemigo personal, el coronel Félix Aldao, líder de la facción federal. Molina implementó el uso obligatorio del cintillo punzó como símbolo de identificación política al régimen federal, y toleró el desempeño clandestino de los “lomos overos” quienes perseguían a sospechosos u opositores. La unánime adhesión de Mendoza a Rosas y su política se manifestó en 1836 cuando la Legislatura y el Poder Ejecutivo ratificaron la subordinación al “presidente provisorio de la República”. En su ausencia, Molina hizo uso de la soberanía provincial para tramitar con Roma la sede del Obispado de Cuyo que resultó infructuosa frente a las negociaciones encabezadas por el Vicario Apostólico Santa María de Oro que favorecieron su erección en San Juan.
La figura del coronel Félix Aldao, guerrero de la independencia que en 1833 dirigió la expedición contra los indios que partió de Mendoza permitiendo robustecer la línea de fortines del sur, pasó a un primer plano en 1840 cuando recrudeció la guerra contra Rosas en varios puntos del país, y los unitarios mendocinos desafiaron su autoridad apoyando las fuerzas del general Lamadrid en la batalla de Rodeo del Medio, de la que salió victorioso el general rosista Ángel Pacheco. Su gestión tuvo un tono diferente a la de Molina, pero la violencia ejercida durante su mandato no sobrevivió a su muerte: durante los gobiernos federales que le siguieron la actividad política y administrativa creció, los emigrados emprendieron el retorno y florecieron empresas editoriales como La Ilustración Argentina, inspiradas en el canon romántico.
La Plaza Mayor de Mendoza, J. L. Palliere, 1864
Libro 3 Actas PL 1835 – 1845
Libro 4 Actas PL 1846-1852