Mendoza y la integración a la nación
La caída de Rosas en 1852 impulsó dos procesos constitucionales paralelos. Mientras el nuevo líder de la Confederación, Justo José de Urquiza, ganó la voluntad de la mayoría de los gobernadores para convocar el congreso constituyente que sancionó la carta fundacional de régimen representativo y republicano en base a la “unidad federativa” que combinaba las antiguas tradiciones rivales; Buenos Aires sancionó la suya rechazando la representación igualitaria que remplazó por el criterio de representación proporcional a la población usado en congresos anteriores. Los debates estimularon la vida política en la provincia andina mediante la proliferación de clubes políticos y la edición de periódicos que crearon opinión a favor de la sanción de la primera constitución provincial de 1854, diseñada por el publicista tucumano Juan B. Alberdi y sostenida por sus amigos políticos reunidos en el Club Constitucional Argentino creado en Valparaíso y con filiales en Mendoza, San Juan y Córdoba.
La violencia política no abandonó Cuyo en los años que siguieron a Caseros. A pesar del éxito de Urquiza en Cepeda en 1859, la lucha entre unitarios y federales reverdeció: mientras San Juan se convirtió en epicentro sangriento dejando como saldo tres gobernadores asesinados, y las campañas del este y el sur mendocinos exhibían la acción intermitente de montoneras federales, los pragmáticos políticos locales propiciaron un acuerdo para resolver el reemplazo de autoridades federales por dirigentes liberales que aceptaba el liderazgo porteño para organizar la nación.
El 20 de marzo de 1861 un feroz terremoto asoló Mendoza dejando cerca de 10.000 personas sepultadas entre los escombros de adobe. La tragedia pulverizó el precario consenso del gobernador federal Nazar, sobrino de Aldao. En medio de una ciudad en ruinas, y después de que la batalla de Pavón sellara el predominio de Buenos Aires, el ejército porteño hizo pie en la ciudad. La intervención del sanjuanino Domingo F. Sarmiento -auditor de guerra- y una asamblea de notables eligió a Luis Molina como gobernador, quien sustituyó a los funcionarios provinciales. La reacción federal fue alentada por emigrados federales en Chile: en 1863 el coronel Francisco Clavero, conectado con el “Chacho” Peñaloza, lideró una rebelión que puso en jaque al gobierno de notables. Restablecido el poder en los departamentos afectados por la revuelta fue electo gobernador Carlos González Pintos. El debate sobre el emplazamiento de una nueva ciudad, la creación de escuelas primarias, la reforma electoral destinada a limitar el ejercicio del voto, la gestión de un censo provincial para implementar nuevos impuestos, entre otras iniciativas, signaron una administración confiada en superar los conflictos y transitar la senda de la civilización.
Vista de las ruinas de la ciudad de Mendoza, s/d
Libro 5 Actas PL 1852 – 1854
Libro 6 Actas PL 1854 – 1859