5 – Villavicencio3 min read

Desde el siglo XVI Villavicencio fue un punto destacado en el camino que conectaba, a través de Mendoza, el océano Atlántico con el Pacífico. La presencia de agua en este punto permitió el establecimiento de una estancia que desde los años de la conquista se transformó en lugar de refugio, descanso o aprovisionamiento para funcionarios reales, ganaderos, comerciantes y mineros que explotaban el área o debían atravesar la cordillera.
A principios del siglo XX se comenzó a comercializar el agua mineral y la explotación turística de las termas se incrementó con la apertura del hotel en 1940. Hoy es el centro de la Reserva Natural que protege cientos de especies animales y vegetales autóctonas, y conserva un rico patrimonio cultural.
El área que se extiende entre el Monumento de Canota y Villavicencio, situada por encima de los 1000 msm, constituye una estepa arbustiva dominada por Larrea cuneifolia, popularmente conocida como jarilla macho. El paisaje de arbustos cambia en la quebrada donde predomina la Larrea divaricata, vulgarmente llamada jarilla hembra. La vertiente oriental de la Sierra de Uspallata es un espacio de transición entre la vegetación del Monte y la del Cardonal, caracterizada por cactus de gran porte como la Denmoza rhodacantha. La palabra Denmoza es un anagrama de Mendoza.
En Vaquería, un paraje de la reserva natural, se han identificado numerosos sitios arqueológicos de más de 3000 años de antigüedad. Por sus características ecológicas el área fue utilizada de maneras diversas a lo largo del tiempo: lugar de uso humano permanente, estacional y ocasional. Las excavaciones arqueológicas registran evidencias de actividades diversas como caza, recolección, ganadería y minería, que se remontan a los tiempos prehispánicos. En el centro de interpretación de la reserva es posible apreciar la puesta en valor de algunos de los materiales encontrados en Vaquerías y otros sitios aledaños.