Esta estación es indició del temprano estímulo al turismo de montaña. Tanto la construcción del hotel como sus primeras décadas de explotación requirieron del Ferrocarril Trasandino como medio de transporte casi exclusivo. Para llegar a Cacheuta, el tren demoraba 24 horas desde Buenos Aires, y dos horas desde Mendoza.
La estación se ubicaba a unos centenares de metros del hotel, pero en temporada de gran afluencia de público, se detenía frente al mismo. El servicio del Trasandino generó las condiciones para el aprovechamiento comercial de las termas de Cacheuta mediante un hotel de turismo. En el majestuoso hotel del mismo nombre, inaugurado en 1913, la zona de Cacheuta gozaba de reconocimiento y prestigio aún antes de la instalación de los emprendimientos hoteleros. Sobre todo, por las bondades de sus aguas termales. El Hotel de Cacheuta no tardaría en transformarse en uno de los lugares preferidos de las élites nacionales para sus viajes de placer y descanso, no sólo por la acción benéfica de sus aguas termales, sino por la atracción que ejercía como polo de actividad social, sitio de referencia para las capas superiores de la sociedad.
Tras el aluvión de 1934, los rieles del Trasandino quedaron dañados desde Punta de Vacas prácticamente hasta Mendoza. Este fenómeno generó un impacto dispar a lo largo del Corredor Andino. Por un lado, el hotel de Cacheuta sufrió daños irreparables y quedó arruinado y fuera de servicio. Muchos años después se reconstruiría un nuevo hotel, que nunca pudo recuperar el brillo original.