James Bryce en Mendoza
En los primeros días de octubre de 1910, el vizconde James Bryce (1864–1922), una de las personalidades políticas e intelectuales de mayor relieve en la era victoriana, visitó la ciudad de Mendoza y alrededores, tras haber cruzado a bordo del tren trasandino desde el otro lado de la cordillera a nuestro país. Bryce, quien por esos años fuera embajador británico en Washington, venía realizando un largo viaje desde Panamá, habiendo visitado Perú, Bolivia y Chile. Las impresiones causadas en él por la travesía a bordo del Trasandino fueron recogidas en South America: Observations and Impressions, libro que viera a la luz en 1912 y fuera traducido en 1914 en la misma editorial The MacMillan Co. como La América del Sud. Observaciones e impresiones.
Allí, en su capítulo VII, titulado “A través de los Andes”, Bryce hace una vívida descripción del paisaje montañoso que se fuera cerniendo sobre su vista durante el viaje de unas doce horas, e incluso introduce digresiones comparativas de los Andes con los Alpes europeos y hasta con los asiáticos Himalayas. Así, describiendo la impresión que le causara la Laguna del Inca y su entorno en comparación con los lagos alpinos, expresa: “es difícil imaginarse un paisaje más terrible por su desolación tétrica. Comparados con este lago helado, los de ventisqueros de los Alpes suizos, como el Märjelen en el ventisquero Aletsch, son apacibles y risueños”. Y, comparando los Andes con los Himalayas, hace notar que “la diferencia principal entre las dos cadenas, además de la diferencia en las formas que han resultado del carácter geológico, pues los Himalayas están compuestos de antiguas rocas cristalinas, mientras que muchos de los Andes son de origen volcánico, consiste en el hecho de que la parte meridional de los Himalayas recibe lluvia en abundancia y se halla cubierta de bosques espesos. Esto añade a la sublimidad de los grandes paisajes himalayos cierta proporción de belleza de que carecen los Andes. En cambio, esos efectos de color en superficies rasas que son propios de una región seca bajo un sol ardiente faltan en la parte de los Himalayas que están de frente a la India”.
Una vez arribado a la ciudad, Bryce se aloja en un hotel de la plaza San Martín, a la que califica de “grande” y “hermosa”. También ve “la calle comercial principal”, la Avenida San Martín, “muy hermosa, con sus hileras dobles de altísimos álamos de California y una fresca corriente de agua rojiza del ventisquero que mana por debajo de ellos”. La ciudad en su conjunto le parece “un extenso territorio en proporción a su población de 45,000 habitantes”, y señala que, en los últimos años, tras haberse recuperado de varios terremotos, “ha llegado a ser un centro comercial próspero”. Muestra de ello es que “hay una apariencia general de «expansión» y de prosperidad”. Al respecto, no se guarda elogios a la especial contribución de los italianos –lombardos y piamonteses, en particular– en la generación de tal riqueza.
Su notable capacidad de observación y descripción, no sólo topográfica sino también de gentes diversas y situaciones sociales y políticas diversas, ya había sido ensayada en sus Impressions of South Africa (1897) y especialmente en The American Commonwealth (1888), considerada en general como la obra más importante jamás escrita sobre Estados Unidos por un británico.
En los mendocinos, como ejemplo a escala pequeña de la idiosincrasia argentina en general, llega a notar esa animación y ese bullicio propios de los europeos o norteamericanos. Y agrega que esa propensión a “divertirse” está ausente en el carácter sosegado de los chilenos. De este modo, si “el argentino próspero gana dinero rápidamente y lo gasta pródigamente”, en cambio, “el chileno retiene la frugalidad de la antigua España”. En suma, “mientras que aquél es más animado, éste es más formal”.
Tras su breve estancia en Mendoza, el británico se embarca de nuevo en el Trasandino, para hacer el mismo viaje en sentido inverso. De vuelta en Chile, se sube a un barco que navega las bruscas aguas del estrecho de Magallanes para desembarcar en suelo porteño. Allí es recibido por el Presidente Sáenz Peña, y la Universidad de Buenos Aires lo condecora con el Doctorado Honoris Causa en Derecho y Ciencias Sociales.
Santiago Argüello
Ph.D., L.M.S.
CONICET – INCIHUSA
CCT Mendoza